El Presente artículo se publicó hace alrededor de dos décadas y fue escrito por Ricardo Cruz Lara, junto a una serie clásica de imágenes que resumen su inigualable estilo para captar momentos únicos: Fotografías muy bien enmarcadas y cargadas de gran humanismo que narraban una historia por si mismas o bien transmitían perfectamente un concepto. Ejemplos perfectos son la imagen de los niños con uniforme alternando con estatuas de personajes de «Cri Cri» o la niña que practica Lima Lama sujetando su revista o el pequeño karateka sosteniendo hacia lo alto su trofeo.
¿A quién no se le encoge el corazón cuando mira a un niño de cinco años o menos caminando por la calle de la mano de su mamá, llevando puesto su uniforme de karate, tae kwon do, lima lama o judo? ¿Existirá todavía alguien que vea con malos ojos que los niños asistan a una escuela de artes marciales? ¿Por qué es positivo que niños pequeños se inicien en éste tipo de prácticas deportivas?
Si como afirma el profesor Paul de Knop (1) en su ensayo “Niños en acción. El papel determinante de padres y entrenadores”: “En la escuela un niño no tiene oportunidad de desarrollar plenamente sus capacidades físicas. Pasa las mejores horas del día sentado en un pupitre. El número de horas que se dedica en la escuela a la educación física y al deporte, ya reducido al mínimo está descendiendo más”. Entonces debemos estar de acuerdo en que la iniciación temprana en la actividad física es un responsabilidad inequívoca de los padres, pero ¿a dónde acudir? Bueno, contestarán los maestros de artes marciales que una buena opción es la escuela de karate, tae kwon do, etc. Dice el profesor Antonio Márquez López (2):
“Lo que hemos venido haciendo desde hace años con el programa de pre-karate, que también denominamos ‘vamos a jugar aprendiendo karate’, es un esfuerzo sistemático hecho por profesionales para fomentar en el niño una disciplina y espíritu de superación”. Efectivamente, fue el profesor Márquez quien abrió las puertas en nuestro país del arte marcial para niños. Por los años sesenta los pocos profesores que había en México tenían un concepto muy rígido de su arte marcial y categóricamente rechazaban esa posibilidad. “Hace 35 años algunos colegas míos creían que el karate era exclusivamente para adultos de 18 años con cartilla liberada en adelante. Era un error y a la postre se ha demostrado que quien tenía razón soy yo” dice Márquez.
En Moo Duk Kwan se creó un concepto similar llamado “pequeños tigres”: “Son los niños en edad preescolar que se inician en la práctica del tae kwon do. Estamos refiriéndonos a niños de 3, 4 y 5 años” dice el profesor Jesús Álvarez (3).
Creando las bases
“Cuando un niño cursa sus tres años de preescolar -continúa Álvarez- llega muy maduro a la primaria, y quienes no pasaron por el kinder suelen tener muchos problemas en la primaria porque no tuvo los hábitos que debió adquirir en la etapa previa”. La investigadora de la educación Andrea Bárcena aseguró cuando el presidente Zedillo declaró a la secundaria como una etapa obligatoria en la educación nacional, que la fase verdaderamente obligatoria y fundamental en la formación de un ser humano es la educación preescolar. Allí se encuentra el cimiento más poderoso sobre el que debe crecer una persona. Se pregunta Barcena “¿de qué sirve que exista la posibilidad física de acudir a la secundaria cuando no se adquirieron ciertos hábitos fundamentales en la estructuración de la personalidad del niño?” El profesor Márquez asienta: “Yo no he descubierto el hilo negro. Pero sí he sido más observador que otros, en la educación oficial los niños estudian preescolar. Nosotros decimos que de acuerdo con esa lógica de 3 a 6 años es pre-karate”.
¿Cualquier maestro de karate es un buen maestro de niños?
La maestra de Lima lama Verónica Herrera (4), duda de la afirmación que da nombre a este apartado: “En primer lugar, debemos partir de hacer una evaluación honesta de qué es lo que estamos enseñando y cómo lo estamos haciendo. Si nuestros alumnos no avanzan como quisiéramos y algunos desertan, eso puede ser indicativo de que algo externo los ha llevado ir en ese camino, pero quizás también algo no le hemos aportado o lo hemos hecho mal y eso debemos atenderlo”. En efecto, hay maestros y padres que desean alcanzar ciertas ambiciones a través de sus alumnos e hijos. El profesor Paul de Knop afirma categórico: “Debe permitirse a los niños jugar. ¡Tienen derecho a ser niños! Los medios de comunicación muestran lo mejor del deporte profesional… pero también lo peor.” En el mismo sentido el maestro Márquez dice: Si nosotros no sabemos qué es un niño y cómo se da su proceso de crecimiento, entonces no debemos intentar hacer deporte con ellos. Nuestro principal objetivo con los niños no es el karate. El niño a esa edad aprende jugando. Si yo me atrevo a enseñarle karate normal a un niño entre 3 y 6 años, lo único que voy a hacer es dañarlo irreversiblemente”. No es exageración la advertencia de Márquez, la psicóloga Parma Aragón Mládosich (5) advierte que sobre los excesos deportivos en la niñez: “El costo emocional que ha causado la introducción del alto rendimiento a temprana edad se verá reflejado en una corta vida deportiva, o en otros casos, en el abandono temprano del deporte”.
La letra ¿con sangre entra?
Una encuesta realizada el 7 de marzo del presente año por el periódico Milenio, titulada “Qué piensan los niños de los adultos” ofrece un par datos reveladores: ellos quisieran que los adultos fuésemos “más buenos, amables y alegres”, y lo que más les molesta de los adultos es que “regañen y se enojen y que peguen y castiguen”. Pues bien, muchos padres creen que en la escuela de karate puede formar una disciplina militar, cuando sus hijos son “desobedientes” y están dispuestos a consentir algún maltrato “moderado”, situación que rechaza enfático el profesor Márquez: “Nosotros tenemos muchos niños que nos los han traído porque no son disciplinados. Cuando llega aquí un niño, en lugar de que lo tratemos mal le damos respeto y cuando al niño le damos respeto reacciona dando respeto. Y luego vienen las reacciones, pues, ¿qué le hicieron a mi hijo? a ¿Sabe qué le hicimos? Le dimos respeto”.
Por su parte el profesor Álvarez matiza el problema: “Mire hay diferentes posiciones sobre el concepto de “un manazo”, incluso desde el punto de vista de la psicología también hay diferentes posiciones. Quien opta por el conductismo él siempre va a utilizar reforzadores de conducta, castigadores cuando sea necesario. Las artes marciales, y esa es una posición muy personal, siempre deben de ir por el conductismo porque el conductismo es la base para preparar a un atleta, el conductismo tiene una mecánica muy importante en los reforzadores de conducta.
“Cuando la conducta que se quiere lograr se va estimulando, se va premiando. Pero también puede haber un castigador de la conducta. Desde ese punto de vista podrían justificarse algunos castigos, pero hay que estar muy capacitado para esto. Ahorita la tendencia universal es que a los niños no se les debe tocar, incluso corre la idea de que si a un niño se le exige mucho se trauma. En fin, creo que son palabras demasiado superficiales, habría que ir más a la profundidad”.
Márquez prefiere no matizar en un problema tan grave como el maltrato, por “leve” que este sea: “Hace muchos años se decía que la letra con sangre entra, pésima idea, ahora ya sabemos que el conocimiento entra cuando tenemos un maestro que nos lo enseña. Cuando un maestro no es capaz, cree que siendo autoritario o pegándole al niño va a poder ocultar lo que no sabe enseñar. Al niño ni se le grita, ni se le intimida, y yo estoy muy preocupado porque a los niños pequeños hoy tengan la enfermedad del stress, una realidad muy terrible que enfrentamos es que esta comprobándose que el stress lo están adquiriendo los niños, desde la preprimaria, y de ahí se siguen, y tenemos menores con parálisis facial, y jóvenes de veinticinco años con infartos y derrames cerebrales. Estamos inculcando a los niños una doctrina que es el stress terrible, y en karate en nuestra escuela nunca vamos a “estresar” a nadie”.
¿Cualquiera puede ser jardinero?
La metáfora del niño como la semilla de nuestra sociedad es utilizada por el profesor Márquez para llamar la atención de todo aquel tenga que ver con la educación de un niño: los padres, los maestros, los gobernantes y ¿porqué no? la educadora número uno de nuestros niños, la televisión: “¿Ud. ha ido alguna vez a un vivero? y ve que hay muchos botes chiquitos en los que siembran una semilla. Y luego pasa a otra sección y hay unos botecitos menos pequeños en donde ya aparece una ramita que ha crecido. Y va más adelante y hay otros botecitos que tiene ya seis o siete hojitas, y así sucesivamente hasta que ya es un pequeño arbolito, y lo siembra en cualquier lado y llegan a ser grandes arboles y llegan a dar frutos. Nosotros tenemos en la actualidad jovencitos que empezaron en prekarate y ahora son maestros y que tienen alumnos que también son maestros.
Yo quisiera recomendar una cosa a los profesores que quieran enseñar a los niños de 3 a 6 años: que se concienticen de que tienen una semillita nueva y que si ellos la tratan mal esa semilla no va a llegar a ser una rama, se va a echar a perder, si no saben cuidarla, si no son jardineros, entonces mejor que no se metan. Pero para ser jardinero hay que estudiar y prepararse. Nosotros siguiendo la metáfora del vivero pensamos que en la semilla obtendremos el fruto del día de mañana”.
Con rumbo al gozo
Lo más importante en el entrenamiento con niños es, según Parma Aragón, la diversión. “Lo más importante en el entrenamiento infantil básico es ir aprovechando cada una de las características propias de cada edad. El deporte infantil tiene que estar matizado por la diversión, el gozo y el reto, debe presentarse de acuerdo a los objetivos de los niños, conjugándose con los objetivos del entrenador y, en su caso, de la institución. El arte consiste en dar el énfasis adecuado en el momento preciso”.
El profesor Jesús Álvarez habla en el sentido que Aragón pero ya como hecho cotidiano: “El niño es muy espontaneo, es muy creativo, es muy cariñoso. Yo lo que observo en ellos es que van con mucho entusiasmo a su escuela. Ellos se sienten parte de un grupo muy específico, que tienen una ropa especial, un entrenamiento muy especial, material auxiliar especial adaptado para su edad, entonces yo les veo a ellos un gran entusiasmo, especialmente a los papás, de que su hijo está aprendiendo una disciplina muy incipiente, pero sabemos que esos niños van a ser no solamente los grandes deportistas, sino las grandes personas del futuro”.
El sentido de pertenencia, de aceptación y de comunidad señalado por el profesor Álvarez es la piedra angular en su formación desde el punto de vista de la profesora Verónica Herrera: “Estamos construyendo en sus personas la idea de comunidad, valores como la solidaridad y la idea de que el deporte es un ámbito de salud y de trabajo en equipo.
“La mejor recompensa que recibe un maestro de artes marciales, es ver el desarrollo en la coordinación, en el avance técnico, en su capacidad para relacionarse con otros y en la actitud con que nuestros alumnos enfrentan problemas”, concluye.
Quizás una evaluación aproximada del desempeño de los profesores de artes marciales sería el observar el gozo con que viven los niños sus clases. Ya la violencia intrafamiliar es una realidad desgarradora en nuestro país como para que en las escuelas de arte marcial se lastime y se vulnere a un menor por acto u omisión, recordemos y nunca olvidemos la encuesta del periódico Milenio: los niños coinciden en querer amabilidad, bondad y cariño. Cerramos esta reflexión con las respuestas que dio la niña Erika Martínez, de 7 años de edad, a tres preguntas puntuales:
¿Cómo te gustaría que fueran los grandes?
Amables.
¿Tus papás te apapachan?
Poquito.
¿Hace falta más?
Sí.
Notas:
(1) Paul Knop es profesor de Educación Física de la Facultad de Educación Física, Deporte y Ciencias del Movimiento de la Vrije Universiteit Brussel (Bélgica).
(2) Antonio Márquez López es presidente y fundador de los clubes Okinawa Karate do y creador del concepto de pre-karate.
(3) Jesús Álvarez en el tiempo en que se escribió el artículo era técnico de Moo Duk Kwan Uruapan. tiene una licenciatura en psicología y otra en filosofía con especialización en teología.
(4) Verónica Herrera es profesora de Lima Lama y licenciada en Administración de empresas.
(5) Parma O. Aragón Mládosich, es licenciada en psicología por la Universidad Iberoamericana.
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