Seguir adelante…
Por Dolores Knolle
Ha llegado Tokio 2020 + 1, finalmente el sueño de miles de atletas se verá consumado; para algunos será una experiencia inolvidable, para otros lo que pudo ser y reflexionar, tener que comenzar de nuevo el arduo camino con la mirada al siguiente ciclo Olímpico. Para unos el aprendizaje y la experiencia de lo vivido y lo que vendrá, para otros el adiós y el retiro de entrenamientos, concentraciones y competencias, regresar de la mejor manera a formar parte de una sociedad en movimiento fuera del deporte; todo lo que empieza tiene que acabar.
Pero la experiencia de vivir la máxima justa deportiva Tokio 2020 + 1, aunque sin público presente, está ahí, de una manera atípica por la pandemia de Covid 19 que ha afectado a todos a nivel mundial y de la cual sabemos será parte de nuestra vida de ahora en adelante y tendremos que vivir en la nueva normalidad y más aún si la humanidad no sigue los protocolos de salud como el uso del cubrebocas, la sana distancia, vacunarse, entre otros, este virus continuará su camino contagiando y provocando pérdidas, que hasta el día de hoy ya son demasiadas alrededor del mundo.
Como atleta de alto rendimiento se sueña por un sin fin de años con la posibilidad de representar a tu país internacionalmente en aquel deporte que has practicado durante tantos tiempo; quizá desde niño o que comenzó en la juventud, quizá comenzó como una práctica deportiva de recreación o simplemente un ejercicio físico, en ocasiones impuesto por tus padres para calmar tu euforia y disciplinarte; esa actividad deportiva que poco a poco con la práctica, la disciplina, dedicación, y constancia entre otros, se fue moldeando y se convertía en una pasión y, por qué no, en una forma de vida. Intentar llegar al sueño de tantos atletas, los tan anhelados Juegos Olímpicos, la máxima justa deportiva a nivel mundial, no solo es el deseo personal de competir, de dar tu mayor esfuerzo y llegar a lo que todos consideran el triunfo: la medalla de primer, segundo o tercer lugar; va más allá de eso, es ir forjando poco a poco el carácter, la madurez, la mentalidad y actitud con la experiencia de años que se necesitan para poder llegar a dicha justa; pero no es fácil ya que existen muchos retos, sinsabores que no solo dependen de ti, si no de un sin fin de actores que toman parte en este escenario: Instituciones, dirigentes deportivos, grupos, entrenadores, médicos, y un colectivo de individuos que forman parte de ese camino.
Al estar ahí, vivir la experiencia al 100, enfocarte, concentrarte en tu objetivo, absorber todo el ambiente sin perder la meta hasta el día de poner a prueba tu actitud, tu fortaleza mental y preparación. El día de tu competencia, lo que habías soñado ya es una realidad y ahora hay que ponerlo en marcha. Muchas cosas pueden suceder ese día pero el atleta va con hambre de triunfar y dar lo mejor de sí. Al final del día no ver el resultado esperado es muy fácil juzgar, criticar o comparar cuando no se llena la expectativa del triunfo; el mismo atleta se sentirá decepcionado de sí mismo con la duda de su capacidad y de buscar respuestas de qué fue lo que sucedió, y no será hasta que pase un tiempo y se esté en calma que vendrá la reflexión y algunas de las respuestas a los cuestionamientos.
El público puede ser muy cruel dando sus opiniones como expertos pero es una realidad que no lo han vivido en carne propia, por que no se han subido a una plataforma de 10 m o pisado un área de combate, caminado 10, 20 o 50 km o corrido bajo el rayo del sol durante 42 km, creen que es sencillo porque quizá se ve sencillo, no conocen todas las implicaciones que se viven y se sienten durante el proceso para llegar a ese momento, en ocasiones difíciles de afrontar pero no imposibles, ya que el atleta se ha preparado para ello; pero cualquiera en la vida puede tener un mal día, un ataque de nervios o ansiedad, el no sentirse capaz, acompañado o apoyado, sentirse solo,, dirán que es parte de su preparación; pero son seres humanos como todos que sienten y vibran, que ríen y lloran. pero al ser atletas no se les permite darse ese lujo ya que hay una expectativa por parte de la afición de resultados. Seamos empáticos, reconozcamos y veamos lo positivo, lo que podemos aprender de estas experiencias ya sea siendo los protagonistas de la historia o los espectadores.