Con mucha tristeza terminó la participación en TKD de nuestros mexicanos en TOKIO 2020…

Enrique Torroella “Corazón de León”, Medallista Olímpico Seúl ´88.

Con mucha tristeza terminó la participación en JJOO de nuestros mexicanos en taekwondo Briseida Acosta y Carlos Sansores. Inmediatamente se me vino a la mente la importancia de la preparación mental. Siempre lo he dicho, para ser campeón se necesita no solo preparación física. Es igualmente importante, o quizás hasta más importante, la preparación mental.

Un campeón de nivel olímpico además del don y el talento con el que se nace para practicar algún deporte en específico, tiene que tener metas a corto, mediano y largo plazo. Metas reales, metas alcanzables. Deben de contar con un entrenador o maestro como guía y un apoyo familiar preferentemente quien te cobije en momentos difíciles y te impulse a seguir adelante, sobre todo en aquellas situaciones más duras. Alguien que te impulse a seguir adelante por ese mismo amor incondicional que una familia brinda.

Enrique Torroella en el Comité Olímpico Mexicano. Foto Archivo KATANA

De igual modo se requiere de un preparador físico que te exija, impulse y ponga tu cuerpo al 100% (velocidad, fuerza, resistencia), pero lo más importante una preparación mental al máximo apoyada de un psicólogo deportivo que te ayude a controlar y canalizar miedos, ansia y frustración.

Yo recuerdo mi preparación primero para selectivo olímpico y buscar mi boleto a JJOO. La cual fue multidisciplinaria.

Mi preparación mental consistía en visualizarme constantemente ganando combates y resolviendo las diferentes circunstancias que se me pudieran presentar.

Una vez cumplida esa meta, recuerdo perfectamente las palabras de mi padre “hijo, nos vamos a quitar el chip de selectivo, y nos vamos a poner el de JJOO, y vamos a estar en el pódium “. Inmediatamente después de eso, todo mi entrenamiento, pero sobre todo mi entrenamiento mental estaba en visualizarme ganando una medalla olímpica, me veía parado sobre el podio olímpico.

Enrique Torroella, al centro con sus padres, tras su Triunfo en Seúl ’88

Así como te preparas físicamente, la mente también debe entrenarse. Recuerdo que mientras yo entrenaba, llegaba un momento en que mi cuerpo cansado me pedía ya parar, pero en ese justo instante pensaba “a ver, mientras tu ya estas cansado tus oponentes siguen entrenando, ¿en verdad quieres parar ahora? ¿Quién manda, tu cuerpo o tu mente? “y entonces decidía hacer un esfuerzo extra y dar más.

Mi participación en Seúl 88 empieza difícil desde el momento que se hacen las gráficas y me informan que me toca contra Turquía.; un competidor más alto, más grande de edad y más experimentado que yo. Por supuesto que eso impone y se siente un “miedo”, que quien diga que nunca le ha dado, miente. Un miedo a no dar el ancho, a no lograr el objetivo, es un miedo al fracaso, miedo a fallarle a mi país, a mi gente. Durante tres o cuatro días antes de mi participación me estuve preparando psicológicamente para superar ese miedo y transformarlo en una energía positiva para mi, en algo que me hiciera dar mi mejor esfuerzo, y pensaba “Mi país no me mandó a representarlo para perder; No puedo defraudar a toda la gente que me ha apoyado, empezando por mi familia, y el turco no me va a robar mi sueño” 

Hay que recordar que en Seúl ‘88 no había repechaje, perdías a la primera y quedabas fuera.

Las probabilidades de ganar no estaban a mi favor, además si lograba pasar la primera ronda, en la segunda enfrentaría a Irán. Es bien conocido para todos que Turquía e Irán son potencias en TKD desde entonces y hasta la fecha. De lograr superarlos, en semi final enfrentaría a Corea, país anfitrión, cuna del TKD, de sobra está decir que enfrentar a Corea EN Corea en JJOO era de dar pavor.

Contra Turquía tuve un combate muy difícil, solo pensaba “no me vas a quitar mi sueño olímpico”. Logré superarlo por ventaja, con un marcador 3-3 (antes no había round de oro). Esa victoria me dio confianza para enfrentar a Irán. El competidor iraní era muy bueno, combate difícil, pero logré vencerlo con puntuación de 1-0.

Enrique Torroella imponiéndose en el Área de Combate de Seúl ’88

Me tocaba ahora ir contra Corea en la semifinal. En ese momento ya tenía segura la medalla de bronce, pero yo me había preparado para la de oro. Di mi 100% en el combate, pero fui superado por la técnica y la velocidad del coreano, uno de los mejores taekwondoínes en esa categoría de la época.

Aún en la derrota salí con la frente en alto, porque dejé mi corazón en el área.

Al terminar ese combate, un coreano desde la tribuna, quien hablaba español y era cercano a la delegación de taekwondo en las villas me dijo: “Enrique Torroella tú amas el taekwondo, amas a tu país y tienes “corazón de león” porque saliste a defender tu bandera.”

Con ésta anécdota lo que quiero transmitir es que siempre se siente miedo en un escenario tan imponente, pero con la actitud acertada y, sobretodo, la mentalidad de campeón TODO se puede lograr.

Estampa Olímpica de Enrique Torroella en Seúl ’88