“No pasa mucho tiempo para que las rémoras conspiren contra el tiburón pues no les gusta la dirección en la que los lleva” – De los libros de Osho.
El mundo marino del arte marcial está lleno de especies que constantemente viven en un equilibrio ecológico cuyo ciclo se repite constantemente y forma parte del mar en el que vivimos todos los fans de estas disciplinas.
Comprender su equilibrio y aceptar su funcionamiento es parte del papel que todos los maestros / instructores jugamos en este medio, y hacer nuestro papel para continuar su balance es indispensable, de lo contrario se rompería el equilibrio natural de nuestro ecosistema.
Es por esto que nuestros queridos maestros y amigos lectores a quienes llamo Tiburones (en el buen sentido) no deben sentirse molestos o incómodos por este equilibrio natural, por el contrario, entenderlo y saber qué rol jugamos en él nos ayudará a evolucionar en grandes y mejores escualos.
Cuando algún compañero maestro acude a mí para platicarme su amarga experiencia, siempre recurro al mundo marino para explicarle lo sucedido.
El tiburón.
El tiburón es solitario (en la mayoría de las especies) navega por los mares audazmente y encuentra su camino. Muchos de mis amigos maestros los conozco así, buscando su camino de forma individual, sin apoyo de nadie, encontrando su conocimiento y alimento espiritual día con día, afrontando los peligros del mar y al igual que los escualos adquiriendo heridas y experiencia para volverse más astutos, más ingeniosos y alcanzar el dominio de sus aguas. Son así un ejemplo, se vuelven exitosos, temidos por otras especies menores y respetados por especies de su tamaño.
Al cabo de un tiempo los tiburones se van llenando de rémoras, pequeños pececitos que quieren aprovechar lo que el tiburón representa.
Las Rémoras.
La Rémora son peces equeneidos que como el resto de su familia utilizan un disco para fijarse a un animal de mayor tamaño y dejarse transportar. (Wikipedia).
Las rémoras son esos peces pequeñitos que se van pegando al tiburón, al ser más pequeñas e incapaces de conseguir su alimento propio deciden pegarse a grandes especies. Prestan también un servicio al escualo, le ayudan a mantenerse limpio, en mejores condiciones, le hacen compañía y lo respetan y agradecen (al menos por un tiempo) lo que éste les provee, un camino a seguir, seguridad, alimento y cobijo.
Durante este tiempo el ciclo permanece en su primera fase, el maestro lidera, los agregados siguen, el maestro va formando nuevos discípulos, pequeños nuevos peces escogidos de entre sus seguidores, que aprenden del maestro en los cuales vio buenas cualidades y bien podrían sucederlo y convertirse en tiburones para el domino de las aguas. Sin embargo esto no es bien visto por las rémoras, ¿Por qué él y no yo? ¡yo llevo más tiempo siguiéndolo! Yo debería ser el elegido, piensan.
Las rémoras comienzan a menospreciar a la cría del tiburón, cuando éste no las ve le lanzan mordidas y piquetes, se retraen velozmente hacia el tiburón para pretender que nada ha sucedido y en secreto comienzan a conspirar: “este tiburón no sabe el camino correcto” , “no tiene conocimiento de las aguas que rondamos”, “Se cree que es muy veloz”, “ya no nos da tanta comida como antes”.
Inicio del Ciclo
Cuando las rémoras indignadas por no ser las elegidas para transformarse en tiburones y dominar los mares comienzan a atentar contra el tiburón, ignoran todo lo que este les provee, sienten que no es un regalo lo que han obtenido sino que se merecen eso y más sólo por estar pegadas a una gran especie. Es entonces cuando deciden que el tiburón ya no les es de uso, “Juntas hacemos la fuerza” piensan y deciden separarse para hacer su propio camino.
La rémora fantasea por un tiempo con ser un tiburón, se siente feroz y amenazadora, se pavonea frente a peces pequeños alardeando de los tiempos en los que navegaba los mares al lado de un feroz tiburón, pero claro era ella quien realmente sabía lo que había que hacerse y cómo hacerlo. “De hecho el tiburón logró lo que logró sólo gracias a mí y ahora sin mi no es nadie.”
Pasará un tiempo no muy largo para que la rémora se dé cuenta de su realidad, no es tan grande como el tiburón, ni conoce los mares como pensaba que lo hacía, ha empezado a pasar hambre y ahora es tiempo de tomar otra decisión que cambie su situación, es entonces cuando formará un banco de peces o cardumen.
El Cardumen.
Un banco de peces, es un conjunto de peces forrajeros en el mar, se agrupan en aguas poco profundas se imaginan que al ser muchos y hacer “sinergia” podrán enfrentarse a las especies grandes, sin percatarse que ahora son un mejor blanco y un suculento bocadillo.
Un cardumen esta formado por peces similares o semejantes, el efecto de pares posibilita que cualquier miembro del cardumen coincidente en semejanza no será preferido como blanco de los depredadores. (Wikipedia).
El ciclo de la vida.
Mientras este tiempo ha transcurrido el tiburón ha continuado educando a su cría, un joven tiburón lleno de energía y correcta orientación esta ahora listo para comenzar a valerse por sí mismo, el viejo tiburón lo guiará hasta que sea el momento de dejarlo partir, es el nuevo joven quien continuará con el legado de su maestro y tomará control de sus aguas (hasta que el viejo muera) o incluso conquistará nuevos mares.
El joven maestro navega un tiempo acompañado de su mentor para reconocer el terreno, y en esos tours de reconocimiento se ha topado con una agradable recompensa: se trata de un apetitoso cardumen!
Los peces pequeños entre ellos rémoras, sardinas y algunos otros se agrupan para “hacer sinergia juntos”: justo el momento que esperaba el joven tiburón para abrir sus fauces y llenarse el estómago de una deliciosa recompensa!
Ha sido el fin de las rémoras pero no el fin de este ciclo de vida ni de nuestra reflexión: ¿Cuál es nuestro papel en este acuario marcial? ¿Quiénes queremos ser? Seamos como los tiburones aprendamos agradecidamente de nuestros maestros, forjemos nuestro camino entrenemos a nuestras crías (discípulos) y démosles toda la información que podamos para que algún día ellos puedan continuar su camino. Todos tenemos la capacidad de ser tiburones, si esperamos el tiempo adecuado, no elijamos ser como las rémoras, pretender dirigir a quien nos ha acogido y saltar al vacío con un pedacito de información es un suicidio profesional, no solo en el arte marcial sino en cualquier materia, criticar a quienes nos han alimentado es una actitud deplorable en la formación académica.
Los peces espectadores (y entre ellos potenciales nuevos tiburones) han quedado atónitos, impresionados por la agilidad y belleza del joven tiburón y en vista de los hechos deciden seguirlo y convertirse en sus nuevos acompañantes y posiblemente discípulos comprometidos.
Navega por las aguas un joven tiburón, tiene el mundo por delante, encontrará nuevas aventuras. El tiburón es solitario (en la mayoría de las especies) navega por los mares audazmente y encuentra su camino…