«EL SAMURAI REBELDE»

De como Toshiro Mifune encarnó para Akira Kurozawa al Guerrero Japonés Icónico que viene  a nuestra mente cuando evocamos la Palabra Samurai…

Por Alonso Rosado F.

 

Un ícono de las Cintas de Samurais

Septiembre 1945. La II Guera Mundial acaba de terminar y Japón yace en ruinas. Un joven, de veinticinco años de edad, acaba de ser dado de baja por parte de la derrotada Fuerza Aérea de Japón, dejando tras de sí la base aérea rural de Kyushu donde permanecía estacionado. ¿Qué seguiría?, ¿a dónde iría? Nacido y criado en Manchuria, jamás había vivido en Japón. A pesar de ser japonés, era un extraño en una tierra extraña. Sus padres habían muerto, no tenía parientes a quienes conociera, ningún hogar al cual regresar y nadie a quien le importara. Varios años atrás le había ayudado a su tío en un estudio de fotografía y como piloto había hecho algo de fotografía durante la guerra. Tal vez pudiera hallar un trabajo como fotógrafo en Tokio…

    

Duelo

Habiendo llegado por fin a la gran ciudad, encuentra a esta totalmente devastada; una gran planicie de cenizas y construcciones en ruinas. Consigue alojamiento con un antiguo camarada del ejército y comienza a buscar trabajo. La fotografía no es un oficio que se requiera en este escenario de desolación.

Primavera, 1946. A través de otro amigo que aún portaba el uniforme de la guerra, escucha hablar de una convocatoria para elegir camarógrafo en un estudio de cine. El joven presenta su solicitud sin mucha esperanza; hay cientos de postulantes.

Toshiro Mifune

Un mes más tarde, es llamado al estudio. Poniéndolo en un enorme cuarto frente a un panel de jueces le piden que ría. “¿Reír? , ¿De que se trata esto? Yo vine por un trabajo”. «Si desea la audición, tiene que reír», le dicen en tono severo. De alguna manera su solicitud llegó a otro departamento y en realidad se encontraba audicionando para el programa de “caza de nuevos talentos” del estudio, en el cual estaban inscritos más de cuatro mil postulantes. “No puedo reír”, contesta ásperamente, comenzando a ponerse furioso. Están haciendo que pierda su tiempo y, peor aún, lo están tratando como a un tonto. Los entrevistadores, impacientes con su necedad y su actitud testaruda, le piden que abandone el salón. Pero uno de ellos, un caballero de pelo gris y bigote, persuade a los jueces para que lo vuelvan a llamar; alguien que sepa proyectar una furia creciente es lo que deberían estar buscando. A continuación le piden que interprete a un borracho. Otro personaje hace su aparición en el salón, alto y más joven que los demás, lleva puesto un elegante sombrero; quiere ver la audición.

En la Película Yojinbo

El joven que está frente a los jueces se siente torpe. Él no desea convertirse en actor; está allí para conseguir un trabajo de verdad. Pero “borracho” es algo que conoce. Ultimamente no había mucho que hacer excepto beber… Conoce lo que se siente estar borracho, trastrabillándose de aquí para allá, entonces, ¿por qué no hacerlo? Todavía está furioso con esos tipos por hacerlo quedar en ridículo así que, puesto que debe actuar como un borracho, entonces aprovecha para darles su merecido. Comienza a gritar, a golpear y desarrolla una poderosa andanada de energía y furia. Después de un rato, sintiéndose un tanto avergonzado se detiene, dejándose caer pesadamente sobre una silla al tiempo que dirige una mirada amenazante sobre los jueces. Estos comienzan a discutir en voz baja por unos instantes. De pronto se ponen de pie y junto con una sonrisa le dicen: “Estuvo excelente, queda contratado”. Se ha convertido en uno de los dieciséis actores masculinos contratados en una extenuante caza de talentos en la que se revisó a más de cuatro mil aspirantes. Poco después le dan un estelar en su primera película y, dos películas más tarde, ya es una estrella.

Semejante historia serviría de argumento para una película, ¿no es así? Bien, pues sucede que se trata de un hecho real y el joven actor a quien nos referimos era no otro que el legendario Toshiro Mifune, uno de los más grandes artistas de la pantalla que ha dado Japón al mundo.

En la Cinta Barba Roja

Para mayores detalles, el lugar en donde audicionó Mifune era el posteriormente famoso Estudio Toho (Productores de la famosa saga de Godzilla), el caballero de pelo gris era Kajiro Yamamoto, uno de los actores principales de Toho, y el hombre con sombrero era nada más y nada menos que Akira Kurosawa, el genio de la cinematografía japonesa que más reconocimiento ha obtenido en el extranjero; él se hallaba trabajando en un set adyacente, pero varios actores le dijeron que entrara a ver la salvaje audición de Mifune. Quedó impresionado con lo que vio, y fue así que dio inicio una de las más fecundas colaboraciones entre actor y director en la cinematografía.

       Recordando su primer trabajo juntos, Kurosawa escribió más tarde con respecto a Mifune en su autobiografía:

Posteriormente de la Película Sanjuro

“Mifune poseía una clase de talento que no había encontrado anteriormente en el mundo del cine japonés. Consistía, sobre todo, de la velocidad con la que se expresaba así mismo; era sorprendente. El actor japonés promedio hubiera necesitado diez pies de película para lograr mostrar una impresión, un sentimiento; Mifune solo necesitaba tres. La rapidez de sus movimientos era tal que en una sola acción expresaba lo que le tomaba a los actores ordinarios tres movimientos para expresar. El proyectaba todo hacia delante de una forma directa y con gran determinación, poseía el más agudo sentido del timing que haya visto jamás en un actor japonés. Y, además de su rapidez, poseía una sorprendentemente fina sensibilidad”.

Entre 1948 y 1965, Kurosawa le dio el papel principal a Toshiro Mifune en dieciséis de las diecisiete cintas que filmó durante ese período. Primero fue el Ángel Ebrio en 1948, continuando con obras maestras de la talla de Rashomon, (1950), Los Siete Samurais (1954), Vivo Con Temor (1955), Trono de Sangre (1960), Yojimbo (1961), Cielo e Infierno (1963) y Barba Roja (1964).

  

Imagen de los 7 Samurai

Pero la razón de mayor peso que nos llevó a incluir a tan grande artista en nuestras páginas, es el hecho de que Toshiro Mifune logró proyectar como ningún otro, antes o después, la esencia y carácter de los Samurai, los guerreros arquetípicos del Japón feudal, así como su inigualable destreza con la Katana y las artes tradicionales de combate de aquellas latitudes. La estampa del Samurai errante que interpretó a la perfección Toshiro Mifune, (bronco, despeinado, con mirada de acero, un tanto sucio, experto en la pelea con o sin armas y de una lealtad y valores excepcionales), es la primera que nos viene a la mente en cuanto escuchamos la palabra Samurai. Grandes maestros de kendo y Iaido han señalado reiteradamente que la capacidad escénica de Mifune en relación a los Samurai, rayaba en lo sobrenatural, ya que sus movimientos con la espada, sus desplazamientos y actitud eran sorprendentemente reales, más allá de toda comparación. Resulta obvio, pues, que una de sus mejores representaciones haya sido encarnando al personaje de Miyamoto Musashi, en la película del mismo nombre y que retrata pasajes de la vida del Samurai más famoso de todos los tiempos. También memorables son sus papeles como Samurai Rebelde en cintas como Sanjuro, La Saga de los Vagabundos, La Emboscada y La Rebelión.

«Yojimbo» Una de sus películas inolvidables

Toshiro Mifune sería mejor definido como una clase aparte de actor cuyas raíces se remontan y nutren de la esencia misma del Japón tradicional. Se trata más bien de un tateyaku, un héroe que sube al escenario proveniente de la mitología samurai y de los romances épicos de tiempos de guerra, proyectando en su caracterizaciones determinación, bravura, ascetismo y autosacrificio¸ con una autenticidad fuera de serie.

Algo que pocos recuerdan y que otorga mayor relevancia al estudio de este personaje, es que en el año de 1961 Toshiro Mifune vino a nuestro país para actuar en una película de Ismael Rodríguez, titulada Ánimas Trujano, en donde interpreta, con un acierto sorprendente, a un campesino mexicano.

Invitamos, pues, a todos nuestros lectores a profundizar en la obra de este gran actor y a reflexionar en la profundidad y sentido de los personajes que encarnó para la pantalla de plata. Algunos considerarán sus películas como pasadas de moda en un mundo en Technicolor y en los albores de la tercera dimensión cinematográfica, baste considerar que muchos de los valores de los que adolece actualmente la sociedad, nacieron en un mundo de blanco y negro en donde no existían colores intermedios; se caminaba o por el sendero del mal o por el sendero del bien; se combatía la injusticia o se moría en el intento; se honraba a los padres o se era un bastardo; se defendía al país o se era un traidor; se practicaban las artes marciales a fondo o mejor no se hacía el intento; se desenfundaba la Katana una sola vez y solo la vida o la muerte decidían si regresaba a su lugar de origen…

Una imagen de Sanjuro

La filmografía de Toshiro Mifune es sumamente extensa, 130 películas en total, y muchas de sus mejores cintas aún se pueden apreciar en canales culturales de televisión o bien adquiriéndolas en formato de video, todo es cuestión de buscar con ahínco. Solo así, aquel Samurai de mirada fiera y andar felino volverá a dejar su huella en la mente de todos nosotros y en la de las generaciones del mañana.

Encarnando a la perfección al Legendario Miyamoto Musashi